Getsemaní en mi corazón
Este poema al Señor, lo escribí hace cuatro años cuando regresé de Tierra Santa:
Cómo vibra mi espíritu al unísono,
del sonido de las hojas de cada árbol de olivo,
no puedo saber si alguno de estos te vio,
y cuántas veces me he sentido yo en ese vilo de agonía,
más no se compara la tuya por mi vida.
Te agradezco ese quebranto,
el haberte quedado orando,
sólo tú Señor, puedes estar alerta,
sin desfallecer, totalmente en vela.
Yo soy de los que se duermen,
me vence la fragilidad, la debilidad permanece,
pero más grande es tu gracia,
por encima de mi desesperanza,
estás tú como lámpara encendida,
aguardando conmigo en la negra noche.
Gracias Señor, perfecta y dulce es tu compañía,
constante y dinámica,
como esa sensación de querer encontrarte,
mirar, observar y sentir que estás,
que cruzas la puerta, pasas por los árboles.
Entras conmigo para recordar tu sacrificio,
hasta el extremo me amas,
y por más que dude, sólo esperas de mí una cosa:
Que yo sienta desde lo más profundo de mí,
Y pueda con humildad y confianza decir:
"No puedo, no puedo con mis fuerzas
hacer lo que tú me pides que haga,
por más que me convenga,
esta humanidad me pesa".
Y ahí estás Jesús mío, en la Eucaristía,
Tomas y recibes mi "No puedo",
Y lo haces tú en mí, por mí y conmigo.
Katherine Ortiz
